Belén y David tuvieron claro desde el principio que querían organizar una boda, ante todo, divertida, una fiesta en la que sus invitados disfrutaran, rieran y se lo pasaran muy bien. Finalmente no solo consiguieron eso, sino que, además de montar una boda animadísima y contagiar con su alegría a todos los presentes, se volcaron para que todos, amigos y familiares, se sintieran realmente a gusto, les agradecieron uno a uno su presencia y les hicieron bailar, bailar y bailar de nuevo. Y de esta manera, claro, resultó imposible que nadie saliera de allí sin una sonrisa enorme en la cara. ¡Enhorabuena, chicos, y muchas gracias por habernos hecho partícipes de un día inolvidable!