Nunca nos habíamos visto, pero lo nuestro fue un flechazo. Cuando bajamos del coche, saludamos a Nacho y Roseanne, y comenzamos a concretar la ruta que seguiríamos para su sesión de preboda, supimos que lo íbamos a pasar muy bien aquella tarde. Y acertamos. De hecho, lo cierto es que fue aún mejor. Si a la belleza natural de Jávea sumamos la naturalidad y simpatía de los novios y la maravillosa travesía en barco que compartimos con ellos, sí, la sesión no pudo ir mejor. Desde entonces no les hemos perdido la pista y no lo haremos nunca. ¡Gracias por elegirnos, pareja!